Que ingenua e exagerada que fui. Me puse triste, me derrumbe por perder gente que en realidad no valían la pena. Pensé que me había quedado sola, que no tenía ningún amigo tan “leal” como ellos pero me equivocaba; enfrente mío tenia a dos personas de oro y nunca me había dado cuenta de lo que significarían en mi vida de ahí en adelante.  Tarde demasiado en darme cuenta, muchos meses pero por fin lo entendí. No perdí a las personas más importantes de mi vida, no las había conocido todavía.  Cada abrazo, cada sonrisa, cada pelea fingida, cada histeria, cada golpee jaja, cada mirada, cada palabra, cada signo de preocupación, cada grito, todo queda grabado en mi cabeza porque son recuerdo imborrable de extrema felicidadY cuando digo que no los quiero perder nunca, cuando les digo que voy a estar siempre, cuando los abrazo fuerte sepan que soy completamente sincera como con ningún otro amigo que pueda llegar a tener, porque no son iguales a cualquier otro son mis mejores amigos.